Poesía Indie


Un breve ejercicio de anagramas
por Eduardo Valdivia Sanz


Desde el castillo de la noche
el viento toca rasguñado los portones grises,
en la penumbra de la biblioteca de mi faro
recibo un regalo de los dioses de Lagash,
una brújula de arena, espacio tiempo,
desnudo de mentiras enfrente de las ventanas
de la muerte vida,
el jacarandá de tus deseos
marca la claridad de la noche
como un musgo que me trae la aurora,
con fuerza
las olas golpean contra los escollos
y empiezo a sentir que la soledad dibuja
la nieve del Himalaya;
ya no hay dolor en la melaza de tu cuerpo,
en estas horas nuevas del reloj brujo,
el jugo del olivo alimenta mi savia,
hoy mi brisa no recula
con la capa del farsante;
ahora que una sonrisa leve se dibuja en las estrellas,
el aire embriaga la fuerza de la draga;
allí con inusitada calma,
las palmeras del pueblo
destellan con los duraznos de tu alma,
cortaplumas de un duende
que no atraviesa a mis murallas.

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