PULPA FICTICIA: FOTOGRAFÍA DE UN ESCENARIO DIFÍCIL

PULPA FICTICIA: FOTOGRAFÍA DE UN ESCENARIO DIFÍCIL

Reynaldo Cruz Zapata (extraído del blog Ciudad del Pecado)


La literatura no puede ser considerada como realidad, sin embargo se nutre de ella, cada personaje, le debe el aliento y la imagen al escritor, a su contexto, a sus posibilidades y de una u otra forma a su ideal de humanidad. Pulpa Ficticia, es la última entrega de la literatura piurana, editada por caramanduca editores, nos ofrecen 8 fotografías que reflejan una violencia propia de este tiempo.
¿Cuándo se jodió el Perú?  Se pregunta Eduardo Valdivia Sanz, a través de uno de los personajes de este libro,  retomando la pregunta que Zavalita realizo en Conversación en la Catedral de Vargas Llosa. Pues sucede que en realidad nos seguimos jodiendo a diario.
El político, relato en el cual Valdivia aborda un vértice de la corrupción en la universidad pública, nos acerca a sucesos pasados y presentes, condenados a la reiteración, el punto de quiebre que se da en esa delgada línea que existe entre lo moralmente correcto y la traición de ideales por las tentaciones del sistema.
La literatura también es una voz de protesta, Eduardo Valdivia parece entenderlo, cada relato explora una realidad difícil, agónica, sin esperanzas como film sin resolución y con final abierto e historias en paralelo en espacio y tiempo. El hincha, el pensionista, un asunto conveniente, el político, el año de la catástrofe, nada dura para siempre, el fugitivo, y el ángel de Mecklenburgische Straβe, son historias que conmueven e indignan, hay una parte de nuestra realidad en ellas.
Cada historia, es como la visión del espejo retrovisor de una realidad que podemos palpar a diario, es por ello quizá que Eduardo, hace un ejercicio lúdico con el nombre de su segundo libro: Pulpa Ficticia. La pulpa es la esencia, médula, masa, la realidad misma que le otorga verosimilitud a la ficción. Y es que realmente somos un país de posibilidades imaginarias y para nuestra desgracia casi todas negativas. La corrupción y la apatía son males mortales.
Los personajes sienten, anhelan, caen, persisten en su sobrevivencia, se transforman, son los antihéroes de nuestro tiempo y espacio, entendiendo estas características complejas, donde las posibilidades son infinitas. Eduardo Valdivia, el creador de este universo plasmado en tinta y papel, parece no escuchar las suplicas de sus personajes quienes se preguntan ¿Por qué a mí? Pero a diferencia de nosotros no conocen Dios, ni religión valida donde buscar consuelo.
La escritura es una válvula de escape, una catarsis para no volvernos locos, en un país difícil, nuestra historia puede aparecer mañana en los titulares de los diarios sensacionalistas, la inseguridad en las calles es una constante. Pulpa Ficticia nos devuelve el aliento, el consuelo de que estamos jodidos, pero no muertos, que aún se puede hacer algo, por cambiar de avenida, como nos demuestra la fotografía de la portada del libro.
Pulpa Ficticia, es un libro exploratorio de nuestra realidad, sin duda, esta publicación es un manifiesto urgente, una llamada de atención para regresar a la cordura, después de un recorrido donde podemos apreciar el amor, pasión, evasión, inocencia, violencia, locura, engaño, que suceden en nuestra ciudad, la capital, la nación del norte, o en Europa. Pulpa Ficticia es la búsqueda de una respuesta: ¿Cuándo nos jodimos como especie?
La tragedia ronda los personajes, los puntos de quiebre les niegan finales felices, les derrumban su paraíso, la excusa perfecta es lo imperfecto de esta sociedad. No existen personajes buenos o malos, simplemente son estigmatizados por su contexto, ellos escogieron el camino difícil, o tal vez fueron obligados. Aquí no hay parada válida, es un retrato constante de la beldad caótica que nos deleita a diario.
Después de leer Pulpa Ficticia, nos queda la amargura de no ser capaces de reconocer si realmente es ficción o son crónicas de una realidad paralela. Dan ganas de salir a la calle, de publicar un texto en las redes sociales, de subir el volumen  de la música, recordar que aun somos jóvenes, que aún tenemos la capacidad de indignarnos, y la literatura es una herramienta propicia. Tenemos ganas de despertar, aunque no seamos muchos, aunque algunos nos hayan abandonado por el confort consumista y la suavidad evasiva de unas generosas ancas.


Eduardo Valdivia, Roger Santivañez, Fabián Bruno, Reynaldo Cruz y Josee Rivera
(Fotografía: Josué Aguirre - Blog del Verduguillo) 

                                                                                                                       

Ciudad del pecado, 19 de noviembre de 2014

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