Poesía Indie


La otra cara
Por Eduardo Valdivia Sanz

Era la más bella de las mujeres del pueblo,
delicada porcelana era su cutis mestizo,
su cabello desprendía el rugido de los días del verano,
su voz de niña caprichosa estremecía mis tripas
de hombre necio;
Yo era pobre pero joven
y mis palabras ciertas veces
eran flechas bien apuntadas al centro del alma,
mil veces la tuve,
y mil veces lloré de amor
en las noches de invierno;
Ella partió a encontrarse con sus demonios;
mi alma quedó de rodillas añorando su perfume;
El tiempo corrió en busca de mejores horas
y llegaran a mis ojos nuevas primaveras;
el seso recobró poco a poco su salud perdida,
fui un velero entre las tormentas
y deseé la muerte y el fin de mis madrugadas,
pero un día las nubes partieron a esconderse de luz de los relámpagos,
un sentimiento parecido a la paz surgió en mi aliento de marioneta,
cayó el olvido, y otra capa de polvo y de olvido se sumó a la anterior,
recorrí el mundo,
encallé en otros bancos de arena,
conocí los distintos rostros del deseo
por otras ventiscas y por otras tempestades;
La amargura de mis antiguos días
me sirvió de antídoto contra la vanidad de los hombres,
los años fueron araña que tejía su tela;
mi barba se volvió contra la juventud y un buen día fue gris,
empecé a mirar con desconfianza a cada mañana de lluvia;
así por extraño encantamiento,
en una calle del centro de Lima, la encontré,
sus ojos se agrandaron y de su silueta tan bien dibujada no quedaba nada,
mi amor de juventud era una gorda,
una gorda de ostensible papada.

Comentarios

Entradas populares