Poesía Independiente

El fuego eterno
Por Eduardo Valdivia Sanz


Los vientos del desprecio corren,
alejados de la risa en la hora de los oscuros,
allí en esa fragancia
las mil figuras del vacío danzan en un peso muerto,
tan igual al corte del escorpión
cual castillo de popa que regala una luz,
ya no eres viento de la pena,
quizá un día verás la flor de loto,
deja las tijeras junto a la ventana para cortar la memoria,
de un café en la puerta del metro,
allí donde el espíritu danza y rajan las duermevelas,
de esas tardes que no llegaron a noviembre
en la punta de una pala,
tan igual a los dientes rotos,
nadie corre, nadie muere,
cada calabozo contiene un rostro,
una costra y una moneda de plata,
no confundas el humo de la amapola,
con los martes sin mendrugos,
al final hay un fuego que jamás se apaga.

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