Poesía de Bares

Fotografía de un verano que no debió ser
Por Eduardo Valdivia Sanz


Vino el viento largo,
llegó en una tarde de nubes,
apareció en la cadencia rota de un funeral del mar,
surgió tras la esquina del comanche,
sorprendió el viento,
parecía hoja de coca, sol, arena,
se movió de costado escurriendo las pelusas,
impulsos, sentimientos rotos,
rostros, dolores, coches, jefes,
a todos barrió con la lluvia nueva,
como febrero rojo en la fragancia de la noche;
los muchachos de la barra
sintieron la presencia,
su risa hueca,
su eco de pasadizos y de escaleras,
ésas que bajan hasta un mundo que imita al mármol;
el viejo de los periódicos miró a su Equeco:
la tierra llora, quiere carne;
los chicos piden cigarros,
saben que es tarde,
los hombres pájaro vuelan,
miran las rocas,
abajo los hombres de casco
apuran el paso,
el corregidor no espera;
mañana es día de pago;
el viento sopla, sopla.

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