Poesía Indie


Sangriento Jack
Por Eduardo Valdivia Sanz


El viejo marinero cuelga
¡ay qué pena sangriento Jack!
¡qué pena viejo de rostro curtido!
ríe colgando del palo,
debajo tus pies
cae tu semilla,
los hombres colgados escupen nubes de algodón,
la vieja criolla cortará más tarde tu prepucio,
hará brebajes de amor,
de dos Luises, de ochavos y doblones de Sultán.
las niñas delicadas comprarán tu sangre
para conjurar fortunas,
tocarán sus vulvas con velas negras,
conocerán a la Madre Tierra
bailando en la luna del Sabbath
¡ay sangriento Jack
baja de tu soga!
empuña tu espada
y atraviesa orgullos,
los sacerdotes sodomitas del Callao
tiemblan todavía de miedo
al escuchar tu nombre,
se persignan y esconden sus monedas
robadas a los indios
en los culos de sus amantes;
sí viejo Jack enfila tus velas
contra Paita,
escupe el fuego de tus cañones
contra los pretenciosos blancos,
derriba sus fuertes
siembra la muerte,
haz que conozcan su cobardía,
muéstrales que puedes tomar a sus hijas,
que sus mujeres histéricas abrirán sus piernas,
gozando de tu verga de mar salada,
llénalos de bastardos de ojos azules
y cabellos rojos,
haz que crezca la niebla de las islas de las Orcadas
en las tierras del sol,
muéstrales que su látigo no es nada frente a tus ojos de demonio,
que tus hombres de las mil tierras
ondeen la bandera negra y la calavera
en los campos del cacique;
¡baja del palo sangriento Jack!
marchan a tu lado diez mil caballos rojos,
el fuego de las culebrinas
no tocará tus velas,
que tu nave surque los mares por la estrella polar,
que tu risa jamás muera,
¡baja del palo sangriento Jack!

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