Pose Indie


La capullana y su cárcel
Por Eduardo Valdivia Sanz

En la vieja Sullana había una costumbre:
en las tumbas y profundos cerros
echaban suerte los dados marinos.
Esos dados se quedaban en las calles
extraviados en las tinieblas de los hombres taxi.
Los jefes mantienen el agua sucia y verde.
Cuando alguna vez sube la turba del asentamiento,
horrorosamente grande, capturado en el ojo,
ciego, retorciéndose, entrando y saliendo
del municipio de su error, sin creer,
las mujeres se arrojan a las paredes,
echan leños y piedras contra los cristales.
A menudo creo estar muerta
no es solamente el lugar, es el polvo del desierto, es las motos,
es el pozo y los hombres ebrios.
Prisionera de mí misma,
de mi yo de mercenaria
nace un hombre que quiere tomarme
algo diferente pretende ser.
Estoy allí y golpeo su labio.
No sabe besar mi serpiente,
Su presencia es tinieblas.

Comentarios

Entradas populares