Poesía Indie


Las tumbas de los desaparecidos
Por Eduardo Valdivia Sanz

Desnuda, desnuda el vigor de pierna virgen,
desnuda el secreto de tu pecho bajo tierra,
quiero saber por qué nunca eres una caricia,
esas mujeres tristes donde unas manos se bañan
con los gritos.
Responde por qué sobre tu hombro herido,
sobre tu cortada hierva cae
una cascada o una flauta
que trae un pesar o una risa.
Dime por qué tu espalda como una plaza de los árabes
espera debajo la tumba a los innobles comensales,
esa rendición total que por encima de la esperanza
hacen las palabras cuando pasan sin detenerse.
Maldita fragancia que a una guerra espera
que a una adolescente hermosa que bajo tierra duerme,
gritas el color de los cerros, colores de vulva o uña,
gritas como si el sol durmiera en la puerta de la vecina.
Ese machete, ese débil gemido de un perro triste,
esa naturaleza muerta que ignora la dicha,
esos ojos por donde el oscuro cabalga,
esas garras que son una droga incrustada,
esa desdicha que no agita a tus ojos vivos.
Tú noche que pasas como maldición;
tú cuervo risueño que sobre un ojo cavas;
torrente que, sangre negra, se enreda con la mañana;
prado que pisan los conquistadores inmisericordes.

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