El poema del día de hoy

Poema para leer de pie en el autobús entre la puerta flaminia y el tritone

Por Jorge Eduardo Eielson

Puedo escribir

así

de ti

contigo

sin ti

tal vez

silbando

como quien no

quiere nada

nada nada nada nada nada nada

o llorando

o comiendo

o bebiendo

o muerto de hambre

resfriado

estornudando

gritando

criatura

que no canto

no pido

no deseo

sino un poco

de alegría

muñeco de las causas

imposibles

monstruo que el rayo ha convertido

en una sonrisa

puedo escribir así

sobre ti

y sobre mí

y nada más

qué tristeza

tú y yo

y nada más

y las calles doradas

de roma

y tú y yo

y nada más

y qué más puede haber

de tú y yo

y los ojos celestes

de roma además

pero qué inútil

tanta luz

entre dos

qué tristeza

tú y yo

y nada más

qué tristeza

escribir y escribir y escribir y escribir

de los dos

hay que ver

prueben

qué harían ustedes

en situaciones tan horrendas

en una habitación tan oscura

sin puertas y sin ventanas

pero claveteada por dentro

sellada por fuera

completamente cubierta de flores perfumadas como los

crisantemos los nardos y otras flores semejantes

una especie de sarcófago en suma

y qué harían ustedes

qué harían

si tuvieran una pierna

en lugar de una nariz

y caminaran con ella

día y noche al pie del tíber

pidiendo limosna a las nubes

desenterrando objetos llameantes

buscando a dios entre las patas

de una mesa

qué harían

a ver

qué harían entonces

seres con rabo

que la sombra

ha pisoteado

respondan temerosos

oh piadosos

maquinarias de rodillas

ante el gran dios fiat

si todo desapareciera bruscamente

por el ojo de la cerradura

del hotel ripetta

o ardieran vuestras propiedades

en un futuro silencio

de uranio

o llovieran carne y huesos

en el vaticano

escupieran pájaros los niños

cruzaran balas

deslumbrantes

flechas

de inusitado poder

afrodisíaco y purgante

y algo más

todavía

yo estúpido animal

avanzo siempre siempre

sin embargo

avanzo siempre siempre

hasta los últimos rincones

donde se orina el sol

se orina la luna llena

se orinan los borrachos

vocifera la mierda

aúlla la soledad

criaturas que arrastráis

un solo

largo

llanto

no tengo nada

nada que ofreceros

ésta es la realidad

mi vida es humo

humo mi casa

y mis amigos

no reconozco

las dos huellas de mis pies

ni mis rodillas

en la arena

pero miro finalmente

el cielo arriba

el cielo abajo

arriba

abajo

arriba finalmente

fijamente

sin temor

ya no por el hueco de la cerradura

por donde miraba entonces

¿recuerdas pobre jorge?

a la puta del hotel

ripetta

creyendo que era celeste

ella también

magnitud ígnea

meteoro cuya caída

es el perfume

cuya memoria

es la memoria

de una joven en el trigo

y no era sino un hocico

pintado

dos bolsas de trapo

tres bolsas de trapo

seis bolsas de trapo

y un estómago sonoro

sonrío ahora ya

finalmente

he aquí mi oficio

pero cuánto me ha costado

he convertido en agua

mi paciencia

en pan

mi soledad

doy de comer

a los muros

de beber

a las sillas

me quema todo

y todo me congela

no sé leer

ni escribir

ni contar

y lo que es claro para todos

para mí es tinieblas

no sirvo para nada

ni para conversar

conmigo mismo

ni para devorar

la televisión

o el cine

no sirvo para nada

no soy nada

esto lo sé

pero cuando me despierto

cosa que hago siempre

antes que los demás

las estaciones brillan

y cuando estoy dormido

es el invierno

generalmente además

soy más alto de día

que de noche

aunque alto no sea

(yo no sé por qué

mi madre hablaba siempre

de mi padre

como de un caballo

grande y silencioso

como un perro

o de un perro grande

y silencioso

como un caballo

la verdad es que mi padre

era tan alto

y encendido

que me era difícil mirarlo

y cuando lo miraba

me caía el sol en la garganta)

pero de nada sirve

de nada sirve escribir

siempre sobre sí mismo

o de lo que no se tiene

o se recuerda solamente

o se desea solamente

yo no tengo nada

nada repito

nada que ofreceros

nada bueno sin duda

ni nada malo tampoco

nada en la mirada

nada en la garganta

nada entre los brazos

nada en los bolsillos

ni en el pensamiento

sino mi corazón sonando alto alto

entre las nubes

como un cañonazo.

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