El poema del día de hoy




UN CABALLO EN LA CASA
Por Washington Delgado

Guardo un caballo en mi casa.
De día patea el suelo junto a la cocina.
De noche duerme al pie de mi cama.
Con su boñiga y sus relinchos
hace incómoda la vida en una casa pequeña.
¿Pero qué otra cosa puedo hacer mientras camino hacia la muerte en un mundo al borde del abismo?
¿Qué otra cosa sino guardar este caballo como pálida sombra de los prados abiertos bajo el aire libre?
En la ciudad muerta y anónima,
entre los muertos sin nombre,
yo camino como un muerto más.
Las gentes me miran o no me miran,
tropiezan conmigo y se disculpan
o maldicen y no saben que guardo un caballo en mi casa.
En la noche, acaricio sus crines y le doy un trozo de azúcar,
como en las películas.
Él me mira blandamente,
unas lágrimas parecen a punto de caer de sus ojos redondos.
Es el humo de la cocina o tal vez le desespera
vivir en un patio de veinte metros cuadrados
o dormir en una alcoba con piso de madera.
A veces pienso que debería dejarlo irse libremente en busca de su propia muerte.
¿Y los prados lejanos sin los cuales yo no podría vivir?
Guardo un caballo en mi casa
desesperadamente encadenado a mi sueño de libertad.

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