Con las tripas en la boca

Sobre los amigos y la inutilidad del pensamiento anarquista

Es duro decirlo pero no hay amigos, sólo compartes intereses con tíos y tías por un corto periodo de tiempo, muchos en realidad están a tu lado por alguna cosa que puedan aún sacar de ti. Pero amigos, amigos, no hay. Quizá hoy no me creas pero este mundo que estamos construyendo es una ilusión de cuentas corrientes y de tarjetas de plástico. No seamos tan pelotudos y aceptemos que la mayoría de nosotros no la vamos a hacer en la vida. La mayoría fracasamos como individuos y queremos creer que nuestro éxito consiste en comprarnos un celular o un dvd. Joder, intenta besar a tu carro o a tu lap top. Me rebelo contra el mundo y no voy a aceptar que tengo que vender mi alma al diablo para decir que he triunfado en la vida. No voy a aceptar que por comprarme un departamento, voy a pasar sobre todo el mundo encima para estar yo bien y sólo mi hermoso yo. Por eso digo, al diablo con los convencionalismos y las buenas maneras. Vivimos en un mundo feúcho porque nosotros lo hemos hecho así. Por eso digo, al diablo con chuparle las medias al poderoso. La verdad es que tomamos combis como si fuéramos sardinas y en el almuerzo nos espera un plato de arroz con alverjita verde y una pata frita de pollo. Al diablo con el deseo de aparentar. Al diablo con los políticos, con los profesores mediocres, y con los funcionarios corruptos. Al diablo con los hospitales del estado y con sus comisarías. Al diablo con los abogados y con el infierno judicial. Pero sobre todo al diablo con el diablo, en primer lugar por escucharlo y en segundo término por no tener el coraje de no seguir añadiendo más dolor en este mundo.

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