Homenaje a Emile Cioran

Fragmentos extraídos del libro: EL OCASO DEL PENSAMIENTO


Todos los pensamientos se asemejan a los gemidos de una lombriz pisada por los ángeles.

El mundo no es más que un Ninguna‑parte universal. Por eso nunca tenemos un lugar adonde ir...

Siempre que la palabra extravío acude a mi mente, trae consigo la revelación del hombre. Y también es como si las montañas reposaran sobre mi frente.

Siempre que pienso en el hombre, la compasión anega mis pensamientos. Y así no puedo, en modo alguno, seguir sus huellas. Una fractura en la naturaleza nos obliga a meditaciones fracturadas.

El no tener ya ilusiones es como haber servido de espejo al tocador íntimo de la vida. No hay en la vida un misterio más conmovedor que el amor a la vida; él solo pasa por encima de toda evidencia. Hay que dejar de pertenecer por completo a este mundo para que la vida parezca un absoluto. Desde el cielo, ésta es la perspectiva que se tiene.

El Tiempo es un sucedáneo metafísico del mar. Uno sólo piensa en él cuando quiere vencer la nostalgia marina.

Siempre que paseo entre la niebla, me descubro mejor a mí mismo. El sol nos enajena, pues al mostrarnos el mundo nos liga a sus mentiras. Pero la niebla es el color de la amargura...

No existe mayor placer que creerse haber sido filósofo y no serlo ya.

Sufrir significa meditar una sensación de dolor: filosofar, meditar sobre esa meditación.

El sufrimiento es la ruina de un concepto; una avalancha de sensaciones que intimida todas las formas.

Todo en filosofía es de segundo orden, de tercero... Nada directo. Un sistema se construye de derivaciones, pues él mismo es lo derivado por excelencia. Mientras tanto, el filósofo no es más que un genio indirecto.

En Shakespeare hay tanto crimen y tanta poesía que sus dramas parecen concebidos por una rosa demente.

Ha habido dos cosas que me han colmado de una histeria metafísica: un reloj parado y un reloj en marcha.
La timidez presta al ser humano algo de la discreción íntima de las plantas, y a un espíritu agitado por él mismo, una melancolía resignada que parece ser la del mundo vegetal. Sólo tengo celos de una azucena cuando no soy tímido.

Sobre todas las cosas ‑y en primer lugar sobre la soledad‑estás obligado a pensar negativa y positivamente a la vez.

La germinación de toda verdad nos comprime el cuerpo como uva en un lagar. Cada vez que pensamos se nos escurre la vida, de suerte que un pensador absoluto sería un esqueleto que escondiera sus huesos en... la transparencia de los pensamientos.

Un hombre que practica toda su vida la lucidez, se convierte en un clásico de la desesperanza.



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