Poesía Independiente

Lo que aprendí antes de los 40
Por Eduardo Valdivia Sanz


No hay crimen más grande que llegar a los treinta y cinco y creer;
creer que los políticos te sacarán de tu miseria,
creer que las mujeres se quedan contigo porque las besas bien,
creer que lo que enseñaron en el cole era verdad,
creer que los racistas no existen,
creer que con limosnas ganarás un condominio en el purgatorio,
creer que esa cosa que haces por los bares se llama amor;
no hay nada más triste antes de los treinta y seis,
que no haber leído a Verlain,
Rimbaud, Blake, Borges, Bukowski, Neruda, Dylan, Eliot, Whitman;
no hay nada más birlibirloque que volverse coquero a los treinta y siete,
pegarle a tu mujer e hijos y salir con la loca que tienes por secretaria;
no hay nada más repelente a los treinta y ocho, que ser cura sarasa,
acariciar piernas de niños y soñar con asuntos impensables;
luego esos niños crecen y odian a los curas, a los hombres de las parafilias,
y a ellos mismos,
algunos se pagan psiquiatras, se toman pepa tras pepa de psicotrópicos,
pero nada,
otros van a bares y buscan hombres,
se emborrachan para no sentir lo que temen y después de diez tequilas,
hacen lo que más odian:
no hay nada más triste que tomar aspartame, chocolate mejicano,
tacha, coca, griffa, lsd o h,
pero cuando llegas al caballo, poco importa lo que hagas, salvo tener heroína;
No hay nada más triste a los treinta y nueve que acostarte con princesas de esquina,
estar gordo, pelado, y soñar con golpear a la damisela de oropel,
ella trae recuerdos de ese cuerpo
que amaste como un desesperado,
que mal viaje,
ese amor te sacó un cuchillo mientras gritaba que eras un fracasado,
un pobre diablo sin futuro ni hijos;
entonces
estás tan tenso, que el Jonhson no marcha ni con pepas ni con nada,
luego vas a casa y escuchas a los Sex Pistols,
a Joy Division y a todas las pesadillas de los años ochenta,
allí en medio de la oscuridad,
se pone dura la cosa, eso es triste,
pero lo peor es que piensas en la mujer que no pudiste amar,
luego,
te levantas por la mañana, y vistes un saco marrón,
para vivir, una vida marrón, en un trabajo marrón...

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