Otro Poema Mío

El manto de amarillo por Eduardo Valdivia Sanz

El hombre de rostro de vela sonríe,
junto a él convergen mil años,
su vestidura es un manto amarillo y un rosario en la mano,
de sus ojos una bondad golpea el rostro de los demonios;
los cuchillos caen y el enredo de la farsa es una brizna de telaraña,
los de los ojos de charco quieren hacerlo tropezar,
el hombre rapado ya no juega sus juegos, ya no come de sus miedos,
los perversos hombrecillos insisten en dañarlo,
la misericordia les duele y la rosa de loto es una ofensa en sus oídos;
esta vez no verán las nervaduras de la hoja,
ni escucharán los pasos del enredo descendente;
mil vidas faltan para ser un hombre de amarillo,
en un mundo de arrieros de corazón maniqueo;
el hombre de la misericordia me mira,
sé lo que debo hacer,
dejaré mi casa y lo seguiré en su viaje a la ciudad de los diamantes.

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